[Crítica] «Hija pródiga» (2024), de Mabel Valdiviezo

Prodigal Daughter

Uno de los documentales que despertó expectativa en la última edición de la Semana de Cine de la Universidad de Lima fue Hija pródiga (Prodigal Daughter) de la artista y directora limeña Mabel Valdiviezo. Su estreno en el Perú en el mencionado festival fue el último tramo de un recorrido que empezó en Los Angeles Latino International Film Festival, celebrado en California en junio de este año. La incursión de Mabel en el medio audiovisual empieza en los años ochenta, como parte del trabajo interdisciplinario que venía realizando en colaboración con colectivos de artistas visuales, performers, transformistas, que pertenecieron como ella a la escena subte de esos años. Este es su primer largometraje.

Producido en Estados Unidos, este documental autobiográfico narra el regreso de Valdiviezo a Perú después de más de 16 años de ausencia. Por un lado, se menciona que la condición de inmigrante indocumentada había impedido ese regreso, pero, por otro lado, la película nos revela las causas de un distanciamiento voluntario, en la forma de secretos y heridas del pasado que han generado fracturas en las relaciones familiares. Lo que conduce la película es el deseo de Mabel por repararlas.

A través de flashbacks recurrentes, el documental entrelaza las dimensiones personales de la vida de Mabel, vinculadas a su historia familiar y sus inicios como artista contestataria, con el contexto sociopolítico de los años 80 y 90, caracterizado por la inestabilidad económica, la violencia del conflicto armado y el surgimiento de la dictadura fujimorista. Los flashbacks también abordan las experiencias de Mabel en San Francisco. A esta ciudad huye, dejando atrás un gobierno que torturaba y perseguía a los artistas. Un país fracturado por la violencia dejó una sensación de “no futuro” para los jóvenes. En San Francisco, Valdiviezo busca consolidarse como artista, siguiendo una aventura inspirada en el mito del sueño americano que luego se desvanece crudamente. 

Además de una confrontación con el pasado y las heridas familias, otro motivo de la película es la estética que plantea Valdiviezo para expresar cambios en su subjetividad durante este proceso de autodescubrimiento y reparación familiar. La elaboración estética de la película pone en contrapunto un pasado y un presente en la trayectoria de Mabel sin que se deje de lado un diálogo con múltiples medios que se mantiene como inquietud en su obra. Foto-pinturas, archivos audiovisuales y fotográficos, diarios, escenas de performances, así como elementos de animación, conforman un dinámico soporte narrativo, muy al estilo de los biopic de artistas.

Prodigal-Daughter

En ese escenario de visualidad dinámica y de flexibilidad en la forma de contar a través de distintos medios y modos, lo sonoro se presenta como una dimensión que descoloca. Tanto la voz en off como la musicalidad que ocupa gran parte de la película ofrecen una intensidad dramática que por momentos choca con el dinamismo de los otros componentes estéticos. 

Con todo, aunque sea imposible dejar de lado el campo sonoro, la película es una propuesta que es atrayente para un público joven y no tanto, que es consciente de que el desastre político actual que aqueja al Perú no es un evento aislado, sino un repique de pasados lejanos y recientes. De alguna manera también se presenta como una autobiografía improbable hasta hace poco. Se trata de una artista que fue parte de una comunidad de disidentes sexuales y marrones, que casi sin recursos celebraron la sexualidad y un eros a contracorriente de una época violenta, atravesada por paradigmas masculinos, clasistas y heteronormativos, que incluso afectaron la movida antisistema.

En los últimos años, el documental de 2018 de Noelia Vallvé sobre la legendaria María T-ta, rockera de la escena punk ochentera, así como otros registros audiovisuales sobre esta misma artista y, por el lado académico, estudios como los de Olga Rodríguez-Ulloa, buscan sacar de las sombras los aportes rupturistas de las mujeres subte que pusieron el cuerpo para problematizar los machismos de la época. La película de Valdiviezo sostiene esa revisión para hacerse la pregunta del estado actual de esa rabia contestaria, luego de que esas utopías juveniles se han desvanecido, pero no el inconformismo. 

Prodigal-Daughter

Hija pródiga es también una película que aborda un fenómeno trans-histórico particularmente punzante como es la migración, tan peruano como latino y norteamericano. En relación con este punto, no deja de llamar la atención que el montaje estético de la película pueda leerse como procedente de las muchas periferias que Mabel, como artista migrante ha transitado, tanto en el norte como en el sur. El autorretrato triunfante al final de la película, que aparece como celebración de la vida, trae reminiscencias del arte chicano de Yolanda López. En ese sentido, la identidad latinx de Mabel, adquirida en Estados Unidos, sumada a las raíces indígenas que reclama y a su experiencia compleja de inmigración indocumentada hacen de su testimonio audiovisual una propuesta que interpela a audiencias y festivales enfocados en esas realidades, que son especialmente representativas del sudoeste de Estados Unidos. 

Finalmente, este es un documental autobiográfico que se siente hecho con valentía y honestidad. El juego con la inmediatez que plantea el documental como género hace que la revelación de los secretos, así como el anuncio de una enfermedad inesperada, sean momentos conmovedores. Claramente se trata de una historia que se construye a medida que Valdiviezo avanza hacia la certeza de un tipo de cierre transformativo, resultado de una apertura hacia el dolor y la reconciliación, sin condicionamientos del pasado, sin temor hacia el futuro.


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