«María» (2024), con Angelina Jolie: el biopic de un mito

maria angelina jolie

Escribe Javier Alejandro Ramos

Como en cada temporada de festivales y premiaciones de la industria y de la crítica especializada en distintas partes del mundo, las películas biográficas (biopics) se encaraman como favoritas para alcanzar algunas de las más importantes distinciones.

Es que el subgénero, basado en historias de la vida real referidas a personajes históricos que han conseguido distinguirse por logros o acciones (buenas o malas), ha ido captando adeptos, y la calidad de las cintas ha ido in crescendo. Como ejemplo reciente está Oppenheimer de Christopher Nolan, que ganó el Oscar a mejor película a inicios de este año.

En este 2024 hay varias producciones que recorren el camino de contar los desafíos de personas de carne y hueso, algunas ya fallecidas y otras que aún viven (Bob Dylan en A Complete Unknown, Donald Trump en The Apprentice, etc). En esta oportunidad comentaré un film que está entre las candidatas a premios importantes de la industria y que ha ido cosechando galardones y nominaciones en las últimas semanas.

Maria, del chileno Pablo Larraín (un cineasta que gusta de ahondar en la vida y acciones de personajes de la historia reciente), ha ganado para su actriz principal, Angelina Jolie, un premio tributo en los Gotham Awards y otro a su logro actoral en el Festival de Palm Springs, además de conseguirle la nominación al Globo de Oro, y de seguro también al Premio Oscar en enero próximo. La película se estrenó y compitió por el León de Oro en el último Festival Internacional de Cine de Venecia.

El film explora en la vida de Maria Callas, la extraordinaria soprano greco-estadounidense, una diva de la ópera en el siglo XX, quien fallece de un infarto en 1977 (a consecuencia de su adicción a los barbitúricos) en su departamento de París, ya retirada de los escenarios, rodeada de dos leales sirvientes, y tras la enorme depresión que le significó el abandono de su pareja, el millonario naviero griego Aristóteles Onassis, cuando este se casó con Jacqueline Bouvier, la viuda del asesinado presidente estadounidense John F. Kennedy.

Maria Callas vivió y murió siendo un mito, sintiéndose ella misma así. De vivir una infancia en la pobreza, obligada por su madre a cantar para conseguir dinero. Sin embargo destacó en el Conservatorio de Atenas, y revolucionó el bel canto, convirtiéndose en la mejor cantante lírica de la historia. Interpretó roles difíciles como Ana Bolena, Ifigenia y Medea, incluso en la Scala de Milán. Su declive vocal se produce cuando abandona a su esposo Giovanni Batista Meneghini, y comienza a aparecer en público con Onassis. Pero ya había nacido la leyenda, la “divina”, como se le conocía.

El guion de Maria es notable, con varios flashbacks a los inicios y vida juvenil de la cantante y su hermana, y giros que desarrollan las alucinaciones que sufría a causa del abuso de pastillas para la depresión. Estas escenas, iluminadas con una fantasmagórica fotografía que difumina en el espectador la fantasía que para la diva era la realidad, están bien logradas, en especial cuando aparece el joven entrevistador que compone el excelente actor Kodi Smit-McPhee.

La película nos entrega una impecable performance de Angelina Jolie, que había ido trabajando una carrera con éxitos de taquilla (Tomb Raider, Señor y Señora Smith, Agente Salt, Maléfica) pero fallida en calidad para la crítica, con algunos chispazos de buen cine tras su Oscar en Inocencia interrumpida, entre los que se puede destacar El sustituto de Clint Eastwood.

La hija del veterano Jon Voight consigue con este film el mejor trabajo de su carrera. Encarna a la trágica cantante de ópera con una mezcla de elegante dignidad y glamour, así como con la fragilidad y dolorosa verdad de su inminente, crepuscular final, pero sin caer en el patetismo. Jolie, que no se asemeja a la Callas mucho físicamente, hace olvidar eso con una caracterización monumental, retratando con talento los últimos días de la cantante, vencida en su encierro porque no puede volver a cantar.

Aunque en varias escenas se usa la voz original de la Callas, inmortalizada en exitosos discos, hay secuencias en que Angelina Jolie, tras un extenso y complejo entrenamiento vocal, se anima a expresarse líricamente, siendo editada su voz, sobre todo cuando la artista lírica tiene problemas de afonía. La actriz entendió perfectamente la psicología de su personaje, y eso es un mérito suyo, como del realizador chileno, que en esta obra homenajea sutilmente a Orson Welles, a Bergman, Kubrick y Malick.

Con esta película, presentada como una ópera en tres actos y utilizando imágenes de archivo, Larraín cierra su trilogía dedicada a figuras femeninas con sino trágico en el siglo XX. Maria es el listón final para esta etapa de la carrera del cineasta, que abordó, en el 2016, en Jackie la historia de la viuda de Kennedy, y en Spencer (2021) la de Lady Diana.

Maria pudo haberse desdibujado y haber terminado como una tragedia griega, pero el cuidado del director, y la exquisita actuación de la intérprete (junto a sus sirvientes magníficamente encarnados por Pierfrancisco Favino y Alba Rohrwacher) retrata la alienación del personaje central, sin estereotiparlo ni victimizarlo, coronando esa dualidad de mujer-mito con una frase poderosa: “la felicidad nunca ha producido una bella melodía”.

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