Reflexión navideña: la infancia en «Yana-Wara» y «El huaro»

el huaro 2024

En estas fechas, es común pensar que quienes más disfrutan de la Navidad son las niñas y niños. Sin embargo, en el Perú hay miles, tal vez decenas de miles, de menores de edad que viven en condiciones de grave vulnerabilidad. Dos de las mejores películas peruanas vistas este año, Yana-Wara (2023) y El huaro (2024), muestran este serio problema social con una profundidad sobrecogedora (en un caso) y con sobria sutileza (en el otro).

Yana-Wara es una película de ficción que se centra en la violencia sexual hacia niñas indígenas, mostrando cómo esta se incrementa en un contexto patriarcal. A través de una historia impactante, conocemos el caso de una niña víctima de abuso por parte de su profesor y cómo la justicia comunal sanciona el caso, no sin antes mostrar la constante revictimización de la protagonista y los horrores por los que pasa. La trama es compleja, explorando no solo la violencia contra las niñas, sino también los dilemas humanos de sus personajes, e incluso incluye elementos sobrenaturales que complejizan su enfoque. Quizás su principal logro es la crítica a los factores socioculturales andinos que permiten estos graves abusos, tal como lo analizo en mi crítica a este filme.

Por otro lado, El huaro adopta un enfoque muy distinto. Este documental evita el dramatismo y nos lleva a un internado para niñas en Condorcanqui, en la región amazónica. A través de un relato espontáneo, ligero y fresco, las niñas comentan diversos temas propios de su edad cuando, inesperadamente, comparten sus testimonios de violencia sexual con el mismo tono tranquilo; lo que evidencia, de un lado, una cierta naturalización de la violencia y, a la vez, expresando también su preocupación y temor. Una vez más, el abuso proviene de figuras de autoridad, como docentes, y ocurre en el marco de un entorno profundamente patriarcal. Trato esto con mayor detalle en mi crítica.

Yana-Wara

Estas películas no solo retratan historias ficticias, reflejan una realidad que supera a la ficción. En las críticas que he publicado sobre ambas películas, cito referencias a hechos reales y noticiosos aún más terribles que los mostrados en pantalla; en los que autoridades del gobierno y el Congreso minimizan e incluso justifican en parte estas atrocidades. Es importante destacar que estas cintas no surgen como reacción a eventos recientes, sino que, como buenas obras de arte, se adelantan a tales denuncias, las visibilizan, muestran, señalan, advierten, cuestionan e invitan a reflexionar.

En esta Navidad, mientras celebramos y vemos a tantos niños disfrutar, no debemos olvidar a aquellos que enfrentan una realidad diferente. Es fundamental visibilizar este problema, que afecta a gran parte de nuestro país, y trabajar juntos para erradicar la violencia contra las niñas y niños.

En esa línea, les comparto una nota del noticiero web “La Contra”, que actualiza las referencias del mundo real que menciono en mis reseñas de ambas películas. En el caso de Condorcanqui, las denuncias (inicialmente, de alrededor de medio millar de casos) han aumentado; registrándose varios casos de VIH en las niñas violentadas e incluso en los bebes nacidos producto de las violaciones.

Que desde el Estado se haga poco o nada al respecto obedece al poder que tienen los grupos fundamentalistas religiosos, los que se oponen a toda intervención pública en las “familias”. Como declaran abiertamente desde sus púlpitos (me consta), proponen que las familias tengan el supuesto papel que tenían los monasterios en el medioevo, como espacios de resistencia (cerrados) a los pueblos bárbaros y paganos (que equivaldrían al mundo secular del presente), representado por el Estado. 

El resultado es el aumento de los abusos sexuales contra las mujeres, el embarazo adolescente (cubierto por arreglos matrimoniales mediante contraprestación económica con los abusadores) y la creación de familias patriarcales en base a la violencia, la que se perpetúa en estos espacios desde su origen. Por cierto, una película que desarrolla esta realidad con detalle en la Amazonía (brasileña) es Manas, de Marianna Brennard; también estrenada este año en la Semana del Cine de la Universidad de Lima.        

No debemos dejar pasar la naturalización de la violencia contra las niñas y debemos apoyar los mayores esfuerzos para visibilizar este serio problema, manteniéndolo en la agenda pública. Si estás de acuerdo, comparte este artículo o, al menos, la nota inicial del noticiero web de “La Contra”, que es bastante explícito y documentado al respecto:

Si puedes, al compartir esta nota en tus redes sociales, etiqueta a las organizaciones que defienden a la infancia y a los entes estatales respectivos. 

Hagamos de estas fiestas no solo un momento de alegría, sino también de reflexión y compromiso con la infancia de nuestro país. Les deseo unas felices fiestas, llenas de amor y compromiso con los derechos de las niñas y niños del Perú y el mundo.

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