Temporada de premios: sobre las nominaciones a los Premios Oscar 2025

the brutalist

Muchas personas malinterpretan los Premios de la Academia de EE UU. Si se presta atención a las reacciones online tras las nominaciones de este año, uno pensaría que, para bien o para mal, los Premios Oscar funcionan como el referente por excelencia en la industria del cine, acaso el punto de partida sobre lo mejor de la gran pantalla. Nada más lejos de la realidad. Una parte importante de seguir la carrera por los Oscar (la temporada de premios televisados, las apuestas de expertos, los premios de los críticos) es reconocer que los premios de Hollywood tienen un principio y una agenda, una serie de reglas no escritas y potenciales limitaciones. Aquí está el juego de seguir la carrera: las predicciones de último minuto, la evidencia estadística, las corazonadas, votos sentimentales y respuestas enardecidas. Si uno sigue a los gurús y oscarólogos (que abundan en las webs de cine y los portales online), se dará cuenta que, para esta edición, son muy pocas las sorpresas entre los nominados, y que, bien que mal, las presunciones y arquetipos de la Academia gringa y sus votantes parecen mantenerse sorprendentemente estables con el tiempo. Eso no niega que sea divertido sorprendernos de vez en cuando, por supuesto. 

Y hubo sorpresas, claro que sí, aunque claro, la sorpresa es de las condiciones más relativas que existen, sobre todo en esta industria. Si uno no ha estado atento a las ceremonias precursoras y a las tendencias de los Oscar en las últimas ediciones, es posible que muchas cosas le resulten sorpresivas. ¿Una comedia romántica sobre una trabajadora sexual con alto contenido erótico llevándose seis nominaciones? ¿Una película de body horror feminista mencionada en película, directora, actriz y guion? ¿Un musical posmoderno sobre una exnarco trans -y repudiado en redes sociales- es la película más nominada de la gala? Si lo pensamos así, todas son sorpresas. Pero, por como venían las cosas, nadie puede negar que el éxito de Anora, The Substance y Emilia Pérez estaba asegurado desde hace semanas, y que su dominancia en los premios no debería por qué sorprender a nadie (salvo, quizás, a la comunidad latina en X). 

La noción de unos Oscar excesivamente americanizados, conservadores y de cierta indulgencia por el cine facilista, bastante precisa en el pasado, debería ser puesta a un lado, al menos parcialmente. Los tiempos en que la Academia jugaba a lo seguro (y por lo seguro hablamos de la hegemonía del drama de Hollywood) han dado paso a nuevas tendencias en las nominaciones y premios. Sí, es cierto que películas excesivamente seguras como Green Book (2018) o CODA (2021) se llevaron el premio gordo en sus respectivas ediciones, pero, a su vez, estos fueron años en los que un drama de autor rodado en blanco y negro en español (Roma) y un western queer con un protagonista gay de clóset (The Power of the Dog) se llevaron los premios a mejor dirección. La misma Academia que premió bodrios noventeros como Dances with Wolves (1990) o Braveheart (1995) hoy puede darles el premio a películas tan arriesgadas como Birdman (2014), Parasite (2019) y Everything Everywhere All At Once (2022). 

Son muchas las razones para este giro. El progresismo hollywoodense, aunque blando en comparación con las izquierdas en el mundo, ha sabido imponerse dentro de la Academia y ha conseguido purgar a buena parte de la tendencia derechista en la industria. La Academia ha ampliado sus miembros, sobre todo a nivel internacional: cada vez más son más personas no estadounidenses quienes se estrenan como académicos y, por tanto, como votantes. La globalización en las redes sociales y el auge del streaming han facilitado el acceso a películas independientes, internacionales y de autor, y el surgimiento de estudios y distribuidoras de rango medio (Sony Pictures Classics, Neon, A24) permite que estas películas puedan competir contra las producciones de estudio. Tanto en la producción como en la votación, en las películas presentadas y en los encargados de nominarlas, la tendencia a la internacionalización y cierta apertura al cine global son evidentes, por más que, en suma, estos cambios no parezcan suficientes. 

Anora

Tampoco seamos ingenuos. Es cierto que una academia que representa los intereses del gigante multimillonario estadounidense y el cine de estudios nunca tendrá los mismos gustos e inclinaciones que un jurado en el Festival de Cannes o una asociación profesional de críticos, pero los esfuerzos son notables y, sobre todo, necesarios. No sé ustedes, pero, aunque no nos guste, debemos reconocer que una nominación a los Oscar (un loguito de la estatuilla pegado en el poster) puede ser la diferencia entre que una película sea consagrada en el largo plazo o caiga en el olvido. Allí el punto más cruel y determinante de los Oscar: son mucho más influyentes de lo que deberían ser, y parece que son sus enemigos (no tanto sus fanáticos) los que se encargan de que así sea. 

Pero bueno. Volvamos a la edición 2025. La verdad es que, si comparamos este año de nominados con la última edición (con películas brillantes como Anatomy of a Fall, Killers of the Flower Moon, Past Lives, The Zone of Interest y, por supuesto, el fenómeno Barbenheimer), los títulos en esta edición se quedan algo cortos. Claro que la selección de diez filmes a mejor película, con sus errores y aciertos, con las sorpresas y confirmaciones, da mucho de qué hablar, y hará que el cine tome el primer lugar en las conversaciones y quinielas durante las próximas semanas. 

Para desentrañar la decisión de la Academia, como decíamos al inicio, hay que prestar atención a los arquetipos, tanto de votantes como de historias. Hay películas “de Óscar”, (generalmente dramones de perfil político o histórico que acaparan grandes estrellas en el cast), como películas “que merecen un Óscar” (películas de autor o de cine independiente que conquistan al público y la crítica), con algunas favoritas de la taquilla como punto medio. Todas parecen tener su lugar en esta edición. A Complete Unknown, el biopic sobre un Bob Dylan que abandona sus raíces folk para volverse un músico de rock sin duda pertenece al grupo de películas “de Óscar” y, a pesar de resultar demasiado segura y mojigata para muchos (o precisamente por esa razón) se terminó llevando dos nominaciones actores, reconocimientos en película y actor, y, como moderada sorpresa, una mención a James Mangold como director. Por su parte, The Brutalist y Anora, quizás dos de las películas favoritas de cinéfilos y críticos en el circuito de los festivales, se impusieron en los premios importes y parecen de las favoritas a ganar como mejor película. 

conclave 2024

Si hablamos de otra favorita, y una película que encaja bastante bien en el rótulo “de Óscar”, Conclave, la película que le pone hábito y sotana a Ralph Fiennes e Isabella Rossellini, se ha llevado las nominaciones esperadas, salvo el tropiezo para Edward Berger en dirección. Con un estilo ágil y una historia cargada de twists, este thriller eclesiástico parecía la potencial candidata de consenso (ni muy simplona ni tan atrevida) para llevarse la estatuilla mayor, pero la omisión de su director parece complicarle las cosas. Aun así, siempre viene bien que actores como Fiennes y Rossellini (que deberían tener unas diez nominaciones en su conjunto) se lleven el reconocimiento. Sigo pensando que ignorar a Fiennes en películas como The Grand Budapest Hotel (2014) es un acto de odio al buen cine, y hoy más que nunca, con la muerte de David Lynch presente en nuestra memoria, que Rossellini no se haya llevado una nominación por Blue Velvet (1986) (a pesar de que Lynch sí) parece un acto sacrílego mayor que toda la conspiración de Conclave. Pero bueno; parece que esta vez tuvieron suerte de que la Santa Sede interviniese a su favor.

Por otro lado, y desde el lado más blockbuster y palomillero, Dune: Part Two, la titánica secuela de Denis Villeneuve, se metió cómodamente entre las mejores del año a pesar de haberse estrenado fuera de la temporada de premios. Casi como su media naranja, Wicked, la primera parte del film basado en el musical de Broadway, confirmó las quinielas y se metió entre las nominadas a mejor película; menos mal que su ausencia en la categoria de director y guion sugieren que no tienen tantas chances de hacerse con el premio. El contraste definitivo está en Emilia Pérez, el musical posmoderno que dirige Jacques Audiard y que se llevó ¡13 nominaciones!, un récord para una película no estadounidense. La película francesa ha despertado la ira en América Latina por las frases desfasadas, los terribles acentos y el tono de farsa frente a problemas muy latentes como la guerra contra el narcotráfico, las desapariciones políticas y la lucha de la comunidad trans. No que eso le importe mucho a la Academia: tantas nominaciones ponen a Emilia Pérez como una de las favoritas. 

the substance 2024

Llegamos a tal punto que una película como The Substance, un festival carnicero de feminismo gore, con Demi Moore y Margaret Qualley a la cabeza, parecía cómoda dentro de las nominadas a mejor película y guion, y bastante probable en dirección. Moore, en la mejor interpretación de su carrera, consigue su primera nominación y es de las favoritas para llevarse el premio. ¿Quién diría que mejor actriz se lo disputan una Mikey Madison que hace de una bailarina exótica y prostituta, y Demi Moore como una actriz que se destruye a sí misma en una película de terror? Claro que, como dije en mi análisis de The Substance, no son pocos los que creen que, por más grotesco que sea lo que Fargeat muestra en la pantalla, el film es bastante convencional en su lectura crítica de la belleza y el espectáculo, y puede que eso la haya ayudado a ser digerida por los académicos. 

Ninguna de estas películas parecía vulnerable de quedar fuera de mejor película. Con la apertura de 10 nominadas en lugar de 5, muchas películas apuntan a la nominación como premio, y, para esta edición, los últimos dos slots parecían disputarse entre muchas alternativas. Quizás la apuesta más segura era A Real Pain, la comedia sobre la memoria del holocausto que escribe y protagoniza Jesse Eisenberg, y que tiene a Kieran Kulkin como favorito en mejor actor secundario. Parece que los votantes no estuvieron tan convencidos del film más allá de sus actores y su guion, y su ausencia entre las mejores del año es de las mayores sorpresas en esta edición. September 5 y Sing Sing, por su lado, parecían de las más probables para llevarse el último puesto, cada una representando un lado del arqeutipo de la Academia: la primera, un thriller histórico sobre la histórica transmisión televisiva de la masacre de Múnich (que se coló en mejor guion en perjuicio de Challengers), y la segunda, un drama independiente sobre reclusos en una prisión que deciden montar un musical. Ni una y la otra: más allá de su presencia en guion, ambas favoritas cayeron en mejor película. 

nickel boys

¿Qué pasó con los últimos dos slots? Diría que, para muchos devotos del cine independiente, estas fueron buenas noticias. Nickel Boys, la primera película de ficción de Ramel Ross, se coló en la categoría principal con tan solo otra nominación en guion. La película de Ross llamó la atención de la crítica por su inusual puesta en escena (está filmada en una lírica primera persona) y pareció capturar a la misma rama votante que llevó a joyas indie como Past Lives o Triangle of Sadness a mejor película en años anteriores, ambas apoyadas, además, por una nominación en guion. El último cupo parecía una moneda al aire. En un mal día, este pudo quedar en The Apprentice, la muy irregular biografía sobre un joven Donald Trump que puso a Sebastian Stan y a Jeremy Strong como nominados (el segundo en una interpretación muy memorable). Una opción más radical pudo haber sido volver a condecorar un film animado (The Wild Robot consiguió tres nominaciones) o jugársela con otro film de terror como Nosferatu. Ninguna de las dos: la última nominada, casi por la ventana, fue la brasileña Ainda Estou Aqui (I’m Still Here), una cinta sobre los efectos de la feroz dictadura militar en una familia.

I’m Still Here dentro de mejor película es una gran sorpresa, pero con suficientes explicaciones. Sony Pictures Classics la puso en todo lado durante estas últimas semanas. Fernanda Torres, la veterana actriz brasileña, se llevó por sorpresa el Globo de Oro a mejor actriz dramática (destronando a pesos pesados como Angelina Jolie y Nicole Kidman, por supuesto), y consiguió envalentonar a su film para conseguir tres nominaciones incluyendo mejor actriz y película. Que la cinta sea dirigida por el veterano Walter Salles (responsable de las muy oscarizables Estación Central, 1998; y Diarios de motocicleta, 2004) solo reforzaban las chances. Y, una vez más, Aún estoy aquí demuestra el creciente peso de la rama internacional de la Academia, eso que puso a las europeas Ida (2018), Druk (2020) y Worst Person in the World (2021) en mejor dirección o guion, y que logró que la maravillosa Drive My Car (2021) se llevase las tres nominaciones gordas de la noche. Sí me parecía que una película internacional daría la campanada (en lo personal, pensaba que sería la india All We Imagine as Light, como en los Globos), y, entre todas las opciones, tenía sentido que la elegida sea el film de Salles, si no me equivoco, la primera película sudamericana en lograr esa nominación. 

Parece que los Óscar seguirán causando polémicas en las semanas próximas, a las que no les soy ajeno. Por cada una de estas agradables sorpresas me tuve que llevar un par de decepciones. Tampoco soy tan ingenuo: no esperaba que películas maravillosas (pero muy difíciles) como Civil War se llevasen una nominación a casa, pero sí fue particularmente amargo ver el cero de cero de Challengers, la ignorada a Margaret Qualley y Jamie Lee Curtis y, sobre todo, ver caer a Daniel Craig en Queer (posiblemente de lo mejor del año) a pesar de sus nominaciones en los Globos, el SAG y el BAFTA. Qué le vamos a hacer, parece que a la Academia no le gusta ni Guadagnino ni Burroughs. Este sigue siendo un año bastante convencional en muchos sentidos, pero con suficientes matices y vueltas de tuerca para que sea una gala emocionante. La disputa por mejor película es la que parece más abierta. Veo cuatro opciones con chances, y las nominaciones no han ayudado a sacar por completo a ninguna del juego. 

¿Ganará The Brutalist, la titánica película de tres horas y media que recuerda a lo más atrevido del Hollywood de los años 70? ¿Será que la Academia recuperará la narrativa de la heroína y el sueño americano en su versión más original y sexy premiando a Anora? ¿Tendrán los académicos las ganas de incendiar las redes sociales llenando de premios a la película más divisiva, la extrañísima Emilia Pérez? ¿O será que, bien que mal, irán por una opción más normalucha y le darán el voto de confianza al nuevo papa en Conclave? Todavía nada está dicho: queda el SAG, los Critics Choice, los BAFTA, los premios de los sindicatos y los premios independientes. La carrera por el Óscar, que no debería valer nada más que sí misma, está en su mejor punto. Es momento de unirse.


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