Martin Campbell es un cineasta al que siempre respetaré. ¿Cómo no hacerlo, cuando ha sido responsable de filmes de alto impacto como La máscara del Zorro, la mejor película de Bond con Pierce Brosnan (Goldeneye) y la mejor película de Bond con Daniel Craig (Casino Royale)? Se trata de un director que sabe dirigir secuencias de acción, tiene un gran sentido del movimiento, la composición y el blocking, y sabe cómo construir narrativas de manera intrigante y emocionante. Todo lo que necesita es un buen guion, actores que sepan lo que hacen, y un presupuesto decente.
Lamentablemente, de un tiempo a esta parte le han estado faltando todos o por lo menos la mayoría de aquellos ingredientes. Después de todo, cintas como The Protégé, Memory o Dirty Angels no pueden ser considerados como éxitos absolutos, precisamente. Felizmente, su más reciente película, Cleaner (2025), se parece un poco más a sus grandes producciones del pasado. Lo que tenemos acá es un thriller suficientemente tenso que aprovecha bien los talentos de su protagonista, y que logra hacer bastante con una premisa relativamente sencilla, que mucho bebe de fuentes como la clásica Duro de matar. Cleaner no es la película más original del mundo, entonces, pero igual resulta ser muy entretenida.
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Al comenzar la historia, vemos a Joey Locke (Daisy Ridley) llegando tarde al trabajo luego de haber sacado a su hermano autista, Michael (Matthew Tuck) del hogar de donde lo acaban de botar. Resulta que nuestra protagonista es una limpiadora de ventanas en un rascacielos en Londres, donde se encuentran las oficinas de una empresa generadora de energía cuyos CEO son dos hermanos: Gerald (Lee Boardman) y Geoffrey Milton (Rufus Jones). Lo que parece ser un día de trabajo normal, sin embargo, termina convirtiéndose en una experiencia inesperadamente violenta.
Ya casi al terminar el turno de Joey, un grupo de maleantes entran a la fiesta de aniversario de la empresa en el edificio y toman de rehén a todos, incluyendo a sus CEO. El líder de los criminales (Clive Owen) es un ecologista extremo que ha llegado para hacer confesar a todos de sus crímenes ecológicos, y así demostrarle al mundo que la compañía le está haciendo más daño que bien al planeta. Pero luego de que su mano derecha, Noah Santos (Taz Skylar) toma el control de la situación, Joey, quien en realidad estuvo en el ejército por cinco años, decide tomar cartas en el asunto. Con la ayuda remota de la sargenta Hume (Ruth Gemmell, de Bridgerton), tratará de entrar al edificio para acabar con los terroristas y evitar que maten a sus rehenes.
Conceptualmente hablando, Cleaner no es nada particularmente novedoso. De hecho, sus referencias quedan claras, siendo la más evidente la primera Duro de matar, con el rascacielos tomado por terroristas, y el (o en este caso, la) protagonista teniendo que enfrentarse solo(a) a sus contrincantes. Lo interesante acá, en todo caso, está en la perspectiva: casi todo lo vemos desde el punto de vista de una mujer limpiadora a la que muchos subestiman, y que eventualmente demuestra ser mucho más aguerrida de lo que varios se imaginaban. Ver Cleaner es casi como experimentar una versión de género invertido del clásico de John McTiernan y Bruce Willis, lo cual no carece de interés.
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Obviamente, una película de este tipo no sería del todo exitosa si no contase con un buen trabajo de dirección, así que al tener a Campbell al mando, el filme no decepciona en aquel aspecto. El director de Límite vertical sabe como extraerle hasta la última gota de tensión a cada situación, posicionando a la Joey de Ridley en altercados mientras cuelga del edificio, mientras se enfrenta a los terroristas, mientras trata de convencer a la policía de que ella no es el enemigo, y por supuesto, mientras trata de proteger a su hermano Michael. Cleaner demuestra ser una experiencia llena de suspenso, en la que la protagonista, felizmente, no es caracterizada como una máquina de matar súper eficiente, pero sí como alguien que sabe lo que hace, y que logra demostrar ser más que una simple limpiadora de ventanas.
Eso sí, consideren que esta es una película que se toma su tiempo y que demora un poco en arrancar, enfocándose bastante en los inicios de un día común y corriente para Joey, en la relación complicada que tiene con su hermano, y en las motivaciones de los antagonistas. En todo caso, me gustó el énfasis en el aspecto emocional (por más de que el personaje de Michael pudo haber estado mejor desarrollado) y en la forma en que el guion de Matthew Orton, Simon Uttley y Paul Andrew Williams trata de subvertir ciertas expectativas. Digamos no más, por ejemplo, que el personaje de Clive Owen termina teniendo un rol algo distinto al que uno usualmente esperaría, lo cual no hace más que aumentar la tensión y hacer que el conflicto central se torne un poco más personal para Joey.
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Daisy Ridley, quien felizmente ha ido demostrando ser capaz de más que salir en puras películas de Star Wars, está muy bien como Joey. Destaca tanto en los momentos más emotivos y verosímiles (especialmente aquellos que comparte con su hermano) como en las secuencias de acción, muchas de las cuales parecen haber sido ejecutadas por ella misma. Resalta, de hecho, una serie de peleas en el interior del edificio hacia el final de la historia, que hacen uso de emocionantes coreografías y algo de violencia brutal. Por su parte, Clive Owen es creíble en un papel importante pero sorprendentemente pequeño; Taz Skylar es suficientemente psicopático como el inestable Noah Santos, y Ruth Gemmell trata de otorgarle algo de humanidad a un rol potencialmente plano. No hay personajes imprevisibles o sorprendentes acá, pero sí arquetipos interpretados con aplomo e intensidad.
Esta película me sorprendió gratamente, especialmente considerando lo irregulares que han sido las propuestas del talentoso Campbell últimamente. Se trata de un thriller enérgico y de corte tradicional, que a pesar de demorar en arrancar, resulta suficientemente cautivante y agresivo una vez que tanto los protagonistas como los antagonistas deciden ponerse las pilas. Daisy Ridley está muy bien (¡que salga en más películas de acción, por favor!), los efectos visuales son suficientemente convincentes (especialmente cada vez que vemos a Joey colgando del edificio) y el conflicto central, relacionado a activistas ecológicos extremos y la contaminación realizada por las grandes corporaciones, se siente relevante. Cleaner no reinventa la rueda, pero no tenía por qué hacerlo; sintiéndose convencional, logra entretener con una buena dosis de suspenso y acción, y honestamente, no había por qué esperar más de la película.
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