El mensaje de la cotidianidad
El director argentino Iván Fund nos presenta El mensaje, la película ganadora del Oso de Plata en la 75ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. El largometraje, con un guion escrito por Fund y Martín Felipe Castagnet -que fue seleccionado en el Foro de Coproducción Europa–América Latina en el Festival de San Sebastián 2023-, sigue a una niña de nueve años con la habilidad de comunicarse con los animales. A través de un recorrido por la Argentina rural, la acompañamos junto a sus dos compañeros adultos, quienes gestionan el negocio y establecen contacto con los clientes.
Es difícil resumir una película como El mensaje sin caer en la retórica de su sinopsis y género. Podemos decir que se trata de una road movie que se apoya en el realismo mágico (tan bien utilizado en la literatura latinoamericana), pero que sobrepasa ese género y sus referentes para transmitir de manera envolvente una idea central: la preservación de la inocencia a través de los ojos de una niña.

Aunque aparentemente cambiamos de punto de vista a lo largo del relato, la historia siempre se nos presenta desde la mirada de la protagonista. Su inocencia y su compromiso por encontrar un equilibrio entre brindar consuelo a quienes lo necesitan y acompañar a sus compañeros en un duelo que marca su viaje, son los pilares que sostienen la estructura emocional del film.
En una entrevista que le realicé en el marco del festival, Fund mencionó que el sentimiento que buscaban transmitir era la melancolía, y sin duda, esta es una descripción precisa de la experiencia que deja la película. La envuelve una melancolía dulce, como si estuviéramos dentro de los recuerdos de la niña cuando emprendió un viaje y trató de sostener a esta pequeña familia improvisada, cada uno cuidando del otro con lo poco que tenían. Hay algo profundamente puro en este esfuerzo, en esta familia buscada que se protege durante el trayecto.
El largometraje no intenta sobreexplicar los vínculos entre los personajes ni los temas que expone. Deja espacio al espectador para proyectar en ellos las narrativas que considere pertinentes. Como bien mencionaba el director, el arte de la narración radica en que la película no pierda coherencia sin importar cómo el espectador decida llenar esos vacíos, convirtiéndose así en cómplice de la historia.

El uso de «Always on My Mind», el icónico tema de Pet Shop Boys (que ya había sido empleado de manera hipnótica en All of Us Strangers de Andrew Haigh), es el último clavo en el ataúd de melancolía en el que El mensaje nos acoge. Un ataúd que paraliza, que deja al espectador inmóvil ante la sensación que lo invade. Sin embargo, gracias al tacto con el que se aborda la historia, ese ataúd se vuelve tibio, como la luz del sol filtrándose por la ventana en una mañana invernal, iluminando lentamente cada rincón de la habitación. Del mismo modo, la protagonista reconoce, con lentitud y empatía, su entorno y su realidad.
Curiosamente, su inclusión en la película fue una completa casualidad: la canción sonó en la radio durante la filmación y, por un feliz accidente, terminó formando parte del largometraje. Así, la película se convirtió en un testimonio sensible que permanece en cada espectador que tuvo el placer de verla en el festival. Su merecido Oso de Plata en la Berlinale 2025 es prueba de ello.

Deja una respuesta