[Crítica] «Aún estoy aquí» (I’m Still Here, 2024), de Walter Salles

Aun estoy aqui

Aún estoy aquí (Ainda Estou Aqui, 2024) de Walter Salles, es un intenso drama político a la vez que familiar, que ganó merecidamente el premio Óscar a la Mejor Película Internacional, confirmándose como una de las más destacadas producciones del año en el cine latinoamericano e incluso mundial. El filme es un retrato evocador de una familia atrapada en el tumulto de la opresión política durante la dictadura militar que sufrió Brasil en los años 70. Se basa en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, hijo de un ex congresista que formaba parte de la oposición al régimen autocrático. Este reconocido político fue eventualmente arrestado por las fuerzas militares y luego torturado y asesinado. La película trasciende este contexto histórico para contar una historia universal de resiliencia, identidad e indomable espíritu humano.

La película se centra en la vida de la familia Paiva, cuya existencia aparentemente idílica en los alrededores de las playas de Ipanema, se ve cada vez más empañada por el férreo control de la represión política. En el centro de la historia encontramos a Eunice Paiva, la esposa de Rubens, retratada con sutil elegancia y profundidad emocional por Fernanda Torres. Su actuación es un testimonio de la fortaleza y ternura necesarias para superar la opresión que enfrenta su familia, performance que le valió varios premios internacionales, incluidos un Globo de Oro y la nominación al Oscar a la mejor actriz.

Su interpretación de Eunice eleva la narrativa del film, encarnando una mezcla compleja de vulnerabilidad, coraje e instinto maternal. La actuación de Torres es a la vez desgarradora e inspiradora, y captura las luchas de una mujer que se esfuerza por proteger a su familia mientras enfrenta sus propios miedos e incertidumbres. El elenco de actores que la acompañan ofrece también actuaciones a destacar, especialmente en las interpretaciones de las distintas reacciones de los niños ante la desaparición de su padre y el clima opresivo en el que se encuentran.

Walter Salles, reconocido por trabajos anteriores como Estación Central (nominado al Óscar en 1999) y Diarios de motocicleta, vuelve aquí a demostrar su pericia como director de género, para capturar tanto lo íntimo como lo épico de su historia. Aún estoy aquí se beneficia de la narración con matices de Salles, que combina secuencias dramáticas con estudios íntimos de personajes para crear una película que tiene tanto de resistencia personal como de ajuste de cuentas histórico. La representación de la familia Paiva y la memoria, en medio de un telón de fondo de terror y miedo, es indicativa de la capacidad del director para equilibrar lo profundamente personal con temas sociopolíticos más amplios.

Visualmente, la película sumerge al público en el fascinante pero tumultuoso paisaje de Brasil. La cinematografía captura la yuxtaposición de la belleza natural y la violencia política, encapsulando el viaje físico y emocional que atraviesan los personajes. Cada encuadre parece estar diseñado para reflejar los mencionados matices temáticos, sirviendo como un recordatorio de las duras realidades de aquellos años. Esta intencional poesía visual se complementa con una banda sonora que entrelaza sonidos tradicionales brasileños con melodías inquietantes, subrayando la gravedad emocional de la película.

Aun estoy aqui

Más allá de sus logros estéticos, Aún estoy aquí es una película con un ángulo político que no rehuye a mostrar las brutalidades de la dictadura. La cinta profundiza en el impacto psicológico y emocional de tales regímenes, explorando temas de traición, pérdida y la esperanza persistente que sustenta el día a día de las víctimas y sus familiares. Salles evita el didactismo y opta por una exploración más orgánica del poder y la resistencia, apoyándose en personajes suficientemente desarrollados y con arcos narrativos convincentes.

Lo que sí es necesario subrayar es que la exploración temática de la película se extiende más allá de la familia inmediata, para comentar sobre la conciencia nacional de Brasil en general. El director elabora una narrativa que es a la vez una reflexión sobre el pasado y un comentario sobre las ramificaciones de la amnesia histórica que han surgido en los últimos años en Brasil, sobre todo durante el infame régimen de Bolsonaro. Esta película invita a los espectadores a confrontar verdades incómodas sobre la culpabilidad política y el costo del silencio, haciéndola tan oportuna y relevante hoy como lo fue hace 50 años.

Uno de los logros de la película es su capacidad de resonar tanto a nivel personal como universal. Si bien está firmemente arraigada en el contexto específico de la historia de Brasil, Aún estoy aquí nos ofrece una mirada más amplia a los derechos humanos, a la dignidad humana y a la lucha inquebrantable contra la tiranía.

En conclusión, Walter Salles ha creado una película de gran profundidad y sensibilidad, solidificando su estatus como uno de los narradores más prestigiosos del cine moderno. Aún estoy aquí ofrece así un viaje emocional que nos deja un profundo impacto por su celebración de la resiliencia y la esperanza, tema capturado por la correcta y clásica dirección de Salles y la inolvidable actuación de Fernanda Torres. El filme no solo honra el legado de quienes vivieron el pasado opresivo de Brasil, sino que también sirve como un llamado a recordar y reflexionar, asegurando que esas historias no se repitan ni se olviden. Ya sea visto a través del lente de la crítica política o de la narrativa personal, Aún estoy aquí es un hermoso recordatorio del poder del cine para contar las historias que tanto necesitamos entre nosotros.


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