Después de años sin salir románticamente con nadie, Violet acepta una cita con un fotógrafo encantador. Pero lo que parecía ser una noche romántica se convierte en una pesadilla cuando comienza a recibir mensajes anónimos a través de una app, obligándola a seguir instrucciones violentas que, de no acatarlas, su familia lo pagará caro. Con el emisor cerca y el tiempo en su contra, Violet deberá descubrir quién está detrás antes de que sea demasiado tarde.
Hace unos años, al director Christopher Landon le ofrecieron dirigir la séptima parte de Scream y, por su estilo único, me pareció la elección ideal. Conocido por su enfoque autoconsciente y por tener claros los referentes que utiliza para conectar con el público joven, Landon parecía ser la opción adecuada, especialmente considerando que las entregas previas se alejaban bastante de lo que Wes Craven había hecho.

Sin embargo, debido a controversias relacionadas con la realización de la película, Landon abandonó el proyecto para evitar la presión mediática generada por las redes sociales, un detalle importante a tener en cuenta. Ya fuera del mundo de Ghostface, nos presenta ahora esta nueva película donde abandona un poco el tono más jocoso de sus trabajos previos para en su lugar darnos un thriller de mayor intensidad.
Un aspecto relevante de la película es cómo se manejan los espacios. Existen dos lugares clave: la casa de la protagonista y el restaurante. La primera, inicialmente percibida como un «lugar seguro», en realidad está marcada por un pasado que la convierte en un espacio inquietante. A través de los detalles, Landon nos muestra el miedo persistente de Violet (Meghann Fahy) al regresar a ese lugar, lo que refleja su trauma no superado. Esta casa no solo es importante como escenario, sino también porque será fundamental en los momentos finales, cuando Violet enfrente sus miedos y logre superarlos.
Por otro lado, el restaurante, donde se desarrolla la mayor parte de la acción, cobra gran relevancia en la puesta en escena. Violet es atrapada por una amenaza invisible, y el hecho de que no la veamos gran parte del tiempo se convierte en un recurso clave para intensificar el suspenso. Los espacios laberínticos, los ángulos distorsionados y los planos que priorizan objetos y expresiones, nos colocan en la misma situación de vulnerabilidad que la protagonista. Además, Landon utiliza el concepto de fuera de campo para representar el peligro latente, lo que resuena con las preocupaciones actuales sobre el acoso virtual. En este contexto, la tecnología juega un papel central, siendo los ojos que constantemente vigilan a Violet, lo que, a su vez, simboliza el dolor constante que ella no logra dejar atrás.

No obstante, no es una película perfecta. En particular, la revelación final no logra estar a la altura de lo que se había construido previamente. Aunque el suspenso no depende estrictamente de la verosimilitud, como ya lo decía Hitchcock, la rapidez con la que se resuelven los conflictos diluye algo de la tensión acumulada. Al pasar de cero a cien de forma abrupta, se hace más evidente la manipulación de la trama, lo que hace que la resolución resulte menos impactante. A pesar de esto, la película cumple con su propósito de mantener la tensión y entretener al espectador, ofreciéndole un thriller efectivo que lo mantiene involucrado hasta el final.
En resumen, Drop: amenaza anónima más allá de sus tropiezos narrativos, mantiene una tensión constante gracias a la excelente dirección de Landon. La forma en que aprovecha los espacios y la presencia silenciosa de la tecnología genera una atmósfera inquietante, mientras que los traumas no resueltos de Violet le otorgan a la historia una resonancia emocional contemporánea. Sin recurrir a los excesos de relatos más ambiciosos como la serie Black Mirror, esta película ofrece una visión más terrenal y cercana sobre los temores actuales. La protagonista, a lo largo del filme, enfrenta un mal invisible que la persigue, pero logra imponerse a él para seguir adelante, en un cierre que confirma la capacidad de Landon para construir una narrativa que no solo atrapa, sino que también dialoga con preocupaciones del presente.
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