“Memorias de un caracol” (2024): dejar ir para avanzar


Grace Prudel, una niña marcada por múltiples tragedias a lo largo de su vida, enfrenta su soledad a través de su fascinación por los caracoles y una amistad peculiar con Pinky, una anciana excéntrica que comparte con ella su visión del mundo. A través de sus recuerdos, Grace nos cuenta una historia de decepciones y frustraciones, pero también de resiliencia y humor, mientras se enfrenta a la necesidad de dejar ir el dolor que la acompaña.

La idea central del filme yace, como es usual, en el inicio. Durante los créditos de apertura, vemos una montaña de objetos que poco a poco descubrimos como parte de los recuerdos de la protagonista, los cuales ella misma nos narrará a raíz de la tragedia que acaba de vivir, tragedia que será solo una de muchas otras que enfrentó a lo largo de su vida. Este primer plano es muy importante, porque, además de cerrar perfectamente la idea de la película y lo que busca transmitir, también será lamentablemente parte de lo que, a mi parecer, impide que sea tan perfecta como muchos creen.

Mejor hago mención de lo negativo primero y luego me centro en lo positivo. Lo que sucede es que dicho plano ya nos da una cierta pista de lo que la película quiere transmitir. Desde luego, uno lo va comprendiendo mejor a medida que se desarrolla y ata los cabos necesarios para averiguarlo. Lamentablemente, es gracias a un monólogo al final (lo llamo así para no revelar un hecho importante del cierre) que no puedo evitar sentirme subestimado.

memoir of a snail

Sé que es una película que se dirige tanto a un público adulto como a uno infantil, aunque algunos de sus pasajes me hacen cuestionar eso, pero no puedo evitar sentirme frustrado por lo subrayado de ese momento, convirtiéndose, para mí, en un bajón total de lo que veía. Además, considero que es de esas películas a las que la duración les queda grande, y lo digo por lo repetitiva que llega a sentirse, sobre todo hacia la mitad, donde parece regodearse demasiado en la miseria de la protagonista (quien ya de por sí es muy sufrida). Dicho esto, vamos ahora con lo positivo, que, a pesar de estas fallas, logra no descarrilarse por completo.

Adam Elliot, cineasta australiano cuyo trabajo no había visto antes, construye mediante distintas viñetas un relato que se une, principalmente, por la decepción. Desde su nacimiento, lo que marcó la vida de Grace fue la frustración de que las cosas que tenía pensadas como ideales no se cumplieron, sabiendo, a pesar de todo, sobrellevar ese dolor y verle el lado amable. Y claro, a medida que crece, parece que las pruebas se van haciendo más complejas, por lo que uno como espectador realmente se cuestiona hasta qué punto puede aguantar tanto dolor. Es cierto que, dentro de todo, es una protagonista con la que uno puede empatizar fácilmente, y esa es una gran ventaja, ya que en este tipo de relatos todo depende de cuánto se apoye a la protagonista en su viaje.

He ahí lo fascinante del filme, que, siendo consciente de los golpes bajos que contiene, se las ingenia para sacar una jocosa sonrisa de vez en cuando. Y eso es lo que hace simpática a Grace, evitando la completa victimización en lo que podría haber sido un relato completamente solemne, y en su lugar juega con lo lúdico de su historia, llenándola de personajes excéntricos que, apoyados por una animación tan expresiva, cumplen a la perfección su rol caricaturesco, aligerando la historia. Esto, hasta cierto punto, podría tener sentido con lo mencionado arriba sobre el plano inicial.

El núcleo de la historia reside en la importancia de dejar ir, pero no solo en el sentido clásico de seguir adelante y ya. Ver a Grace contar su trágica vida solo demuestra cómo esas decepciones no han dejado de vivir con ella, incluso cuando ella cree haber superado lo sucedido. Lo que ha hecho es acaparar todo lo malo, formando una coraza en la cual se refugia, dando vueltas en eso para engañarse a sí misma, creyendo que todo está bien cuando no lo está. Al final, será recién con el quiebre de esa separación que todo cambiará, y ahí es cuando finalmente podrá, ahora sí, andar por la vida sin mirar atrás. En conclusión, a pesar de las fallas que, a nivel personal, no me terminaron de cerrar, es por lo expuesto previamente que Memorias de un caracol (Memoirs of a snail) me parece, dentro de todo, una película correcta.


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