El especialista en apocalipsis, Roland Emmerich, no se cansa nunca en el empeño de llevar al cine sus fantasías tremendistas, que en cuanto a despliegue de recursos, deben ser de las epopeyas más aparatosas que haya concebido el universo hollywoodense. Para fin de año se nos viene el «titanic» de todas ellas. 2012 tal vez no sea la última fase en la «fiebre» de su director, pero nada más oscuramente atractivo para el público que contemplar la destrucción a gran escala. ¿A estas alturas quién se toma realmente en serio a los místicos forjadores de la leyenda?
(Vía Joblo)
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