La pequeña Nikita
¡Atención! Todos aquellos que no gusten de ver películas de cómics, que arruguen la nariz con mohín cansino de los Superman, Spiderman, o irritantes Iron Man degustarán con fruición, estupefacción, y todos lo -ión que se les ocurra, la polémica de esta temporada, la estimulante, sarcástica, hilarante, vengativa, sorprendente, brillante, estimulante, anárquica y novedosa, si bien de clasicista estética (internautera) de Kick-Ass, última adaptación de superhéroes del británico Matthew Vaughn, autor entre otras de “Stardust», 2007, socio de la pandilla de los Guy Ritchie, pero más sobresaliente que éste.
Si el año anterior sorprendieron Watchmen, los héroes corrompidos, este es el año de los héroes antihéroes y las lolitas rompehuevos, aunque sería un equívoco por mi parte calificar de Lolita a Hit-Girl, pues nada se insinúa desde el lateral sexy, bien al contrario lo suyo es puro dinamismo de autodefensa y rompe-esquemas que deja noqueado al espectador (con sonrisa socarrona a las espectadoras) adocenado con la mujer florero disfrazada de moderna eficiencia. Diríamos que estamos, de nuevo, frente a la venganza trabajada a lo Tarantino, violencia extrema (ésta no falta, avisados quedan) junto a sarcasmo y parodia radical.
Es inevitable captar todas las influencias de Vaughn, son obvias. Desde Tarantino, y su primer cine, especialmente «Reservoir Dogs» o «Kill Bill», a la estética general de Luc Besson, especialmente de “Léon, el profesional” y «Nikita» (Hit-Girl/Mindy tiene mucho de Mathilda y de Nikita y, verán, de Trinity/Carrie-Anne Moss) o incluso de los hermanos Wachowski, y sus «Matrix». Se me hace incomprensible porqué este tipo de películas provocan una dualidad tan acusada entre la crítica, especializada o no: Amarla o desprestigiarla. Un esquematismo absurdo, cuando a todas luces (las de la calidad creativa) es un cine espectacular y revolucionario (este sí, a diferencia del de Cameron), riesgo de un autor que ha sido rechazado por la cúpula monetaria hollywoodiense por no plegarse a sus mamonadas. Claro que visto el éxito han vuelto a llamar a su puerta aceptando su idiosincrasia creativa para otra entrega de la saga X-Men.
¡Hurrah! por estos realizadores que hacen lo que quieren y se enfrentan a los productores, y son capaces de saber imponer a sus colaboradores su visión del conjunto, poniendo en escena una adaptación que en realidad es una celebración de todos los superhéroes. Importante es, asimismo, saber elegir un casting adecuado, del que sacar el máximo partido, aunque haya caras nuevas que se convertiran en toda una promesa como Chloë Grace Moretz. Ojo al título, no se lleven a engaño, no es Dave Lizewski/Kick-Ass el héroe protagonista, labor llevada a cabo por un bombón inglés, Aaron Johnson. El chico de instituto, como Columbus/Jesse Eisenberg de Zombieland, es más bien un chaval (resultón añadimos) que pasa un tanto desapercibido entre todos sus compañeros (a excepción de un par de perdedores), no liga un pimiento, es mofa de mafiosillos y se cose a pajas, habitual ¿no?
Lo paradójico del filme de Vaughn es que estamos ante una película de superhéroes de imitación, héroes sin poderes, fans de los cómics cuya influencia cambia la vida de sus lectores, y donde, sin embargo, algunas escenas son absolutamente increíbles e impresionantes, desmesuradas, y a medidas que avanzamos en el desarrollo dramatúrgico, mayor es nuestro asombro porque estos salvadores tienen, contradictoriamente, mucho de superpoderes.
Llegar con ideas preconcebidas a ver Kick-Ass es perderse en una laguna de prejuicios. Por ello quizás convenga exponerse a ella con la mente abierta, la madíbula floja y la risa preparada, porque todo el teatro montado por el realizador, fiel, pero de carácter independiente, adaptado al cómic de Mark Millar y John Romita Jr. es una mezcla entre inocencia y violencia, músicas de diversos estilos, un carrusel audiovisual real e irreal, un escándalo (como diría el cantante Rafael), una manera de fantasear héroes, una ausencia de artificiales posturas ideológicas, una Windows de nuestro tiempo o como los medios tecnológicos están renovando generaciones, allí donde acaba la Televisión, sigue MySpace, YouTube; sustitución inevitable que va en función de la demanda. Y la demanda es mirar con morbo, más que actuar. He aquí donde Dave, Hit-Girl o Big Daddy/Nicolas Cage, y claro el mafioso de turno, el mejor malo de cine actual Mark Strong como el sanguinario Frank D’Amico difieren del resto, son activos en lugar de pasivos. Bien que Dave acabe cambiando de idea, visto lo engorroso y doloroso de llevar unos leotardos de superhéroe.
Pero decía antes que no es Kick-Ass el protagonista real de la cinta. Es la excusa, la influencia del superhéroe de cómic en los jóvenes, (incluso el hijo repelente del mafioso D’Amico se disfraza de un hortera “Bruma roja” que deja la puerta abierta a una segunda parte ya en producción), es el telonero de una preadolescente que rompe con lo habitual. Mindy es una niña preparada para la venganza por su padre, un ex policía que cumplió condena por culpa del crimen organizado que provocó la muerte de su mujer. Ambos, Mindy y su padre (Big Daddy), salvarán, en una escena espectacular, a Dave de un segundo atropello bestial, en casa de un banda de traficantes y mafias varias. A partir de aquí Dave/Kick-Ass, llamado Assquerosito por el padre de Mindy, formará una (más o menos) coalición con ambos, aunque áquel se desmarcará por pura desilusión y por haber conseguido, finalmente, a su chica. Dave al fin y al cabo no tiene motivos de venganza personales, lo que le conduce a desinflarse pronto de su impulsivo deseo de ser un superhéroe.
Vaughn ha arriesgado, y mucho. Y lo hace con una niña de once años, que roba descaradamente el papel protagonista, dando palos a lo Tarantino. Rompedor. Algunas mentes, que ven con facilidad y sin cuestionamiento que chicos menores o mayores «pateen traseros» con afán, les da reparo que una chiquilla con falda de colegiala lo haga con destreza.
En todo caso Kick-Ass no dejará indiferente. Desde su filmación, en algunas escenas astutamente hechas como un cómic (la historia de Big Daddy y Hit-Girl), pasando por una excelente y ecléctica banda sonora, hasta la fotografía luminosa, donde algunas secuencias merecen repetirse con el mando varias veces: el comienzo mismo del film, perturbadora carta de presentación; el aprendizaje de Hit-Girl con un chaleco antibalas; la aparición de Hit-Girl y Big Daddy en el piso de los traficantes; de nuevo el padre y la niña en el almacén donde esperan a Kick-Ass, visto en una cámara oculta en un osito de peluche; la entrada de Hit-Girl en el bunker del mafioso D’Amico como una colegiala inocente y llorona; o el encuentro entre Bruma roja y Kick-Ass y su paseo en coche, todo va a contracorriente. En fin, para hartarse, de reír. Brillante Matthew Vaughn.
Kick-Ass. Dir: Matthew Vaughn | 119 min. | Reino Unido y EE.UU.
Intérpretes: Aaron Johnson (Dave Lizewski/Kick-Ass), Christopher Mintz-Plasse (Chris D’Amico/Bruma Roja), Mark Strong (Frank D’Amico), Chloë Grace Moretz (Mindy Mcready/Hit Girl), Nicolas Cage (Damon Mcready/Big Papi), Omari Hardwick (sargento Marcus Williams), Xander Berkeley (detective Gigante), Michael Rispoli (Big Joe), Clark Duke (Marty), Lyndsy Fonseca (Katie), Evan Peters (Todd).
Estreno en España: 4 de junio de 2010.
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