La noche del demonio 3: Algún susto van a ver


Cuando una película, de cualquier género, obtiene cierto éxito en taquilla, desde ese instante se convierte en un producto que todo estudio trata de explotar al máximo. Y el terror es, históricamente, uno de los géneros que han sucumbido a ese “virus” llamado secuela. Así es como en esta oportunidad hemos llegado a su última víctima: La noche del demonio 3 (Insidious: Chapter 3).

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Hay muchas cosas por decir acerca de este filme, comenzando por el cambio de timón en la dirección donde ya no se encuentra James Wan, quien quiso darse un descanso dentro del terror para hacer proyectos de otra índole como la reciente Rápidos y Furiosos 7. En la cinta que nos ocupa lo tenemos como productor, dejando la posta de la dirección a Leigh Whannell, siendo esta su ópera prima. El realizador australiano antes se había desempeñado solo como guionista (que es su fuerte valgan verdades).

La noche del demonio 3 es una precuela de las dos anteriores, así que cronológicamente sería la primera parte, pero como el público ya sabe a ciencia cierta lo que viene, se pierde el efecto sorpresa. Creo que encontrar algo original en una tercera entrega, y en un género como el terror, es algo difícil de lograr. Me viene a la memoria El juego del miedo (Saw) -escrita también por el propio Whannell- que empezó como un producto muy original, pero con el tiempo se convirtió en una franquicia que perdió interés (por lo menos a partir de la cuarta entrega, allí, el que menos sabía de memoria lo que estaba a punto de suceder). El mismo efecto de agotamiento se aplica para la opera prima de Whannell.

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La historia presenta a Quinn Brenner (Stefanie Scott) una joven que recurre a los servicios de la psíquica Elise (Lin Shaye) para contactar a su madre fallecida. En un principio ésta le comenta que no quiere hacerlo pero ante la insistencia de Quinn procede a realizar la conexión con resultados inesperados. La psíquica advierte que contactar a los muertos es algo delicado, ya que puede atraer a un ente distinto con consecuencias desagradables. A los días, Quinn sufre un terrible accidente, quedando dañada de ambas piernas y perdiendo movilidad. Será en ese estado cuando un espíritu malévolo empiece a acecharla en su hogar, Elise percibe que algo malo le sucede a la joven y por ello entrará en escena haciendo todo lo posible por ayudarla, poniendo incluso su vida en peligro.

Los sustos y miedos -hay que ser sinceros- funcionan a pesar de ser predecibles, y si bien Whannel no tiene el oficio de James Wan, trata de construir el ambiente de terror y lo logra en más de una ocasión. Así que si el público quiere ver una simple historia de terror, tienen ante sí la película indicada.

Ciertas escenas están bien ejecutadas, especialmente cuando el espíritu malévolo se hace presente, con esas apariciones fantasmales que a más de uno llegan a sorprender. Los ambientes lúgubres o esos pasadizos oscuros son otro punto a resaltar, en este caso la música de fondo ayuda para dar un matiz de suspenso, sobre todo cuando Elise debe transportarse a ese limbo, a esa otra dimensión de la que fuimos testigos, por ejemplo, en la primera parte de la saga cuando el señor Lambert se transportó para rescatar a su hijo.

Hay muchos sentimientos encontrados con esta película, porque por un lado funciona en lo básico, pero por otro lado deja el sinsabor de algo que pudo ser y no llegó a cuajar. Lo que se espera de esta franquicia en futuras entregas (porque solo un loco podría decir que no va haber por lo menos La noche del Demonio 4), es aplicar un giro de argumento sin salirse de su esencia original. Un arduo camino se viene en adelante si quieren mantener viva la saga, empezando con que James Wan vuelva para estar al timón de las próximas entregas.

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