[Crítica] Festival de Sundance: Master – Dual – Resurrection – Babysitter

Master

Master

Dirigida y escrita por Mariama Diallo.

Protagonizada por Regina Hall y Zoe Renee.

Lo que mejor funciona en “Master”, la nueva película de terror de Mariama Diallo, es el mensaje que trata de transmitir a través de su narrativa inundada en racismo, discriminación, y eventos sobrenaturales. Lo que tenemos acá es una cinta que claramente ha sido basada en las propias experiencias de su directora-guionista, donde dos protagonistas afroamericanas, una estudiante universitaria, y la nueva “master” del edificio de dormitorios, tienen que soportar día tras día una serie de microagresiones (y luego, agresiones propiamente dichas) por parte de compañeros predominantemente blancos en una universidad ficticia. Es una premisa rica y llena de potencial, que hubiera podido resultar en un producto final intelectualmente estimulante y perturbador.

Diallo, sin embargo, solo logra cumplir con el primer objetivo. “Master” se siente más realista y logra conectar más con el espectador cuando se centra en los detalles que intentan humanizar a sus dos protagonistas. Regina Hall interpreta a la maestra Gail Bishop como alguien que intenta hacer una diferencia, que trata de empatizar con sus estudiantes y destacar, pero que desgraciadamente se ve involucrada en sucesos cada vez más asquerosos —espero nunca abrir un cajón de la cocina y encontrarme con cientos de gusanos—, rodeada de gente que la menosprecia, tratándola condescendientemente (aunque de manera sutil). Y la Jasmine de Zoe Renee termina siendo un misterio, una joven afroamericana de familia privilegiada pero pocos amigos, cuya vida se va tornando cada vez más aislada y paranoica.

Son dos actuaciones centrales bastante sólidas, que intentan darle algo de carácter y personalidad a dos personajes que, lamentablemente, están escritos de manera algo plana. Hall, en particular, logra concretizar las frustraciones que las dos han estado experimentando —junto al público— hacia el final, realizando un monólogo bastante potente, que sin embargo cae en oídos sordos. Y nuevamente: es en los detalles, en las microagresiones y en las reacciones de las dos mujeres, que la película termina sintiéndose más creíble y relevante: las maneras en que los estudiantes menosprecian a Jasmine; cómo bailan a su alrededor cuando ponen rap en una fiesta; cómo la chica decide plancharse el pelo (casi) apenas llega a la universidad.

No obstante, “Master” termina decepcionando porque no sabe cómo mezclar todo este contenido temático con las expectativas del género de terror. Los jump scares son gratuitos y no funcionan, y la mayoría de situaciones terroríficas en las que se ven involucradas Gail y Jasmine son previsibles, casi estereotípicas: baños con luces intermitentes, un campus casi vacío, manos misteriosas que intentan agarrarlas, y más. No ayuda, además, que muchas de estas escenas carezcan de suspenso, siendo presentadas de manera demasiado “directa”, sin desarrollar tensión o mayores expectativas. Es así que “Master” se transforma en una película de dos caras: una más intelectual y fascinante, y otra innegablemente tediosa y previsible.

Dual

Dirigida y escrita por Riley Stearns.

Protagonizada por Karen Gillan y Aaron Paul.

Imagínense que vivimos en un futuro no tan lejano, donde la gente puede ser clonada en tan solo una hora, y donde dichos clones pueden llegar a reemplazar a los muertos, todo para que su familia no sienta su ausencia. Esa es la premisa básica de “Dual”, un fascinante drama de ciencia ficción con toques de comedia negra, en donde las personas no actúan como personas, necesariamente, y donde la muerte es considerada como un proceso “más”, sin mayores consecuencias que el ser reemplazado por alguien igual a uno.

La protagonista de “Dual” es Sarah (la siempre genial Karen Gillan), quien parece tener una vida sencilla: pasa el tiempo viendo videos en internet (incluyendo porno), y teniendo videollamadas con su novio, el siempre ocupado Peter (Beulah Koale). Pero un día se entera de que tiene una enfermedad terminal, y es por eso que decide mandar a hacerse un clon. Dicho clon eventualmente le roba su vida, comenzando una relación con Peter, y hasta haciéndose amiga de la madre de Sarah (Maija Paunio). Pero las cosas no salen como deberían; diez meses después, le dicen a Sarah que se enfermedad ha entrado en remisión, y que vivirá. Es así que la chica decide acabar con su clon, pero el gobierno tiene otros planes: el clon quiere vivir, así que no tendrán más remedio que tener un duelo a la muerte, para decidir cuál de las dos Sarahs quedará con vida.

Como seguramente se pueden dar cuenta, “Dual” es una película sumamente original, que utiliza conceptos de ciencia ficción y distopías para desarrollar una historia que subvierte las expectativas que uno tendría de ella de forma constante. Por ejemplo, comienza de manera intensa, con un duelo entre un ser original y su clon (ambos interpretados por Theo James)… pero esa es prácticamente la única escena de acción en el filme. La mayor parte de “Dual” está dedicada al entrenamiento que tiene Sarah con Trent (Aaron Paul), para prepararse para el duelo, pero esto tiene más toques de comedia que de acción. Consideren, sino, la manera “alternativa” que Sarah elige para pagarle sus clases a Trent cuando se le acaba el dinero.

Es así que “Dual” se torna rápidamente en una experiencia curiosa y extravagante; el mundo que Riley Stearns nos presenta se siente distinto, como una versión alterna de nuestra Tierra, donde todos (humanos y clones) hablan como robots o como si estuvieran recitando un artículo de Wikipedia, tratando temas como la muerte y el sexo de manera exageradamente casual. Gillan está extraordinaria en ambos roles (tener a dos Karen Gillans en una película siempre será mejor que tener solo a una), y Aaron Paul destaca en un rol que se burla un poco de la masculinidad tradicional en las películas de acción o deportes. “Dual” es un filme oscuro pero gracioso, satíricamente violento e inmensamente entretenido; muy distinto a cualquier otra cinta que haya visto hasta el momento en Sundance.

Resurrection

Dirigida y escrita por Andrew Semans.

Protagonizada por Rebecca Hall y Tim Roth.

“Resurrection” comienza de manera prometedora, presentándonos a una Margaret (Rebeca Hall) que parece tener una vida idílica: tiene un puesto grande en una empresa importante, se dedica a ayudar a una de sus empleadas, Gwyn (Angela Wong Carbone) con sus problemas personales, tiene sexo frecuente con su “amigo con beneficios”, y se lleva relativamente bien con su hija adolescente, Abbie (Grace Kaufman). Sin embargo, todo eso cambia rápidamente con la llegada de David (Tim Roth), que representa una época de su vida que ella preferiría olvidar.

“Resurrection” tiene mucho qué decir sobre las relaciones entre madres e hijas, y cómo el ser madre puede ser un trabajo a tiempo completo, y frecuentemente aterrador. Después de todo, mucho de lo que vive Margaret está relacionado a la peor pesadilla de muchas madres: que sus hijos estén en constante peligro. Es así que, mientras la historia va avanzando y la amenaza de David se va haciendo más real, Margaret se va poniendo más paranoica, obligando a Abbie a encerrarse en su cuarto, sin que pueda hablar ni relacionarse con nadie. Es la sobreprotección al extremo, irracional hasta cierto punto, y asfixiante para la adolescente.

Es a través de todo esto que Andrew Semans trata de desarrollar un thriller con elementos de terror, pero en vez de atemorizar a su público, termina por frustrarlos. Ciertamente no ayuda que muchas de las decisiones que Margaret toma no estén bien pensadas, desde ocultarle la verdad a su hija (llegando a un punto en que debería explicarle bien todo, aunque sea por miedo a perderla) hasta alejar a cualquier persona que quiera ayudarla. Rebeca Hall da una actuación apropiadamente intensa y creíble, desarrollando la degeneración mental de Margaret con aplomo, pero el simple hecho de que se comporte de manera tan errática y hasta ilógica, hace que sea difícil que uno empatice con ella.

Lo cual es curioso, considerando que está tratando de proteger a su hija de un psicópata como David, interpretado por un Tim Roth que no podría ser más intimidante (con sonrisa de villano y todo). Pero es en la irracionalidad de su comportamiento, y en la falta de tensión de muchas escenas, donde la película termina por caerse. Súmenle a eso un clímax gratuitamente violento y hasta con algo de gore, y “Resurrection” termina por perderme, por más de que todos los actores presentes estén esforzándose al cien por ciento. “Resurrection” tenía potencial, pero desgraciadamente no funciona muy bien ni como thriller de suspenso, ni como drama con toques sobrenaturales y surrealistas.

Babysitter

Dirigida por Monia Chokri.

Escrita por Catherine Léger.

Protagonizada por Patrick Hivon y Monia Chokri.

Babysitter” comienza de manera ruidosa, estridente, haciendo uso de planos cerrados de bocas y reacciones y expresiones faciales, así como de crash zooms y otros recursos visuales, para meter inmediatamente al espectador en un mundo de hombres que no pueden dejar de cosificar a las mujeres. De hecho, dichas actitudes culminan en una “broma” que le hace Cédric (Patrick Hivon) a una reportera en vivo: le da un beso en la frente, y le dice que la ama. Lo que según él era una acción inocente, se convierte en una controversia nacional, lo cual obliga a la empresa en la que trabaja a suspenderlo, mientras él se queda en casa con su esposa, Nadine (la directora Monia Chorki).

Lo que hace “Babysitter”, pues, es utilizar el slapstick, los colores saturados y la comedia para desarrollar una historia centrada en la misoginia y la hipocresía, donde Cédric, junto a su hermano Jean-Michele (Steve Laplante), intenta deconstruirse a sí mismo escribiendo un libro sobre sus actitudes misóginas. Evidentemente Nadine no está muy convencida de que aquello vaya a funcionar, pero todo cambia, para bien o para mal, cuando un buen día llega la niñera del título: Amy (Nadia Tereszkiewicz), una misteriosa chica que vive su propia sexualidad sin problemas, usando disfraces de criada francesa y haciendo que sus empleadores reflexionen sobre sus propias ansiedades sexuales y represiones.

Si la película puede ser descrita de alguna forma, sería como surrealista: empleando trucos ópticos (reflejos de personajes en los primeros planos de otros, flares y brillos de ensueño), diálogo rápido y un montaje acelerado, Chori nos adentra en este mundo caricaturesco y colorido, que al menos en un inicio, puede irritar un poco, saturando al espectador con ruido y color y muecas exageradas. Pero poco a poco, uno se va dando cuenta de lo que la cineasta está haciendo, poniendo en contraposición a una mujer poco impresionada con los hombres que la rodean, con un esposo que entiende poco o nada sobre su propia misoginia, y un periodista que se cree aliado feminista, pero que en realidad más parece tener un complejo de salvador, como si estuviese intentando compensar algo.

Es una propuesta interesante y muy original, que sin ser muy graciosa la mayor parte del tiempo —a pesar de supuestamente ser una comedia—, logra transmitir mensajes complejos sobre la sexualidad humana, el sexismo, y la hipocresía de quienes dicen estar ayudando a las mujeres, cuando en realidad solo quieren sentirse bien consigo mismos. “Babysitter” termina siendo una tormenta de enredos, descubrimientos sexuales y personajes que cambian de parecer de manera repentina, un ejercicio de estilo y color que, sin llegar a funcionar todo el tiempo, resulta muy fácil de admirar. Puede que por momentos sature o se sienta como “mucho”, pero a la vez, no se puede negar que “Babysitter” es una cinta totalmente original, y refrescantemente honesta.


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